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Hacia un transporte de emisiones cero con una mayor movilidad y una menor explotación minera

por Thea Riofrancos, Alissa Kendall, Kristi K. Dayemo, Matthew Haugen, Kira McDonald, Batul Hassan, Margaret Slattery

con University of California, Davis

Enero 2023

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El transporte es el principal causante de emisiones de carbono en los Estados Unidos. Esto lo convierte en un sector clave a descarbonizar con la mayor celeridad posible para limitar la crisis climática. Estados como Nueva York y California han prohibido la venta de coches a gasolina a partir de 2035 y la Ley para la Reducción de la Inflación del 2022 (Inflation Reduction Act) prevé grandes inversiones federales para electrificar el transporte. Como consecuencia, los consumidores estadounidenses están comprando cada vez más vehículos eléctricos (VE). Se prevé que en 2030 más de la mitad de las ventas de coches nacionales sean de vehículos eléctricos. Nos encontramos en un importante punto de inflexión. Las decisiones que tomemos ahora van a afectar la rapidez con la que logramos reducir las emisiones de carbono, así como la movilidad de millones de personas. Un transporte de cero emisiones implica también la transformación de las cadenas globales de suministros, lo cual tendrá a su vez consecuencias en el ámbito de la justicia climática y medioambiental y los pueblos indígenas, más allá de las fronteras de los Estados Unidos.

 

Un aspecto crucial del transporte electrificado es la nueva demanda de metales que trae consigo, especialmente del principal metal no sustituible en las baterías de tracción para vehículos eléctricos (VE): el litio. Si la demanda actual de VE continua al mismo ritmo en 2050, solo las necesidades de litio del mercado de VE estadounidenses en 250 requerirían el triple de la cantidad de litio que se produce actualmente en todo el mercado global. Este boom en la demanda implica la expansión de la minería.

 

La minería a gran escala tiene un importante impacto social y medioambiental que daña en muchos casos de manera irreversible paisajes enteros sin el consentimiento de las comunidades afectadas. A lo largo del urgente proceso de transformación social necesario para construir nuevos sistemas energéticos de cero emisiones es inevitable una cierta dependencia de la minería. Pero hay un importante margen de maniobra en cuanto al volumen extractivo, y tampoco está grabado en piedra el lugar donde se lleva a cabo la extracción, ni quien carga con el peso social y medioambiental, o como se organiza la gobernanza del proceso minero.

Los resultados de este informe muestran que Estados Unidos puede conseguir un modelo de movilidad de cero emisiones y a la vez limitar la cantidad de litio necesario mediante la reducción de la dependencia de los coches en el sistema de transporte, la reducción del tamaño de las baterías eléctricas y el aumento del reciclaje de litio. Reorganizar el sistema de transporte estadounidense mediante un cambio en las medidas políticas y de gasto público que priorice el transporte público y activo y reduzca la dependencia del coche puede conducir también a la justicia en el ámbito de la movilidad, la protección de los ecosistemas, el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y al cumplimiento de los requisitos para la justicia global. 

 

Hemos diseñado un novedoso análisis de flujos de materiales que, junto a la modelación de itinerarios socioeconómicos, determinan posibles escenarios de descarbonización del transporte de personas en los Estados Unidos. Nos hemos centrado en el transporte de pasajeros en Estados Unidos. El sector del transporte es el mayor responsable de las emisiones de carbono en Estados Unidos, y el único sector en el que la emisiones siguen aumentando de manera constante; en el ámbito del transporte, la mayoría de las emisiones provienen de vehículos ligeros comerciales. Comparamos las necesidades de litio de cuatro itinerarios hacia las emisiones cero en el ámbito del transporte personal: una continuación electrificada del statu quo estadounidense actual de dependencia del coche y tres escenarios que adoptan políticas de apoyo al transporte público y a la movilidad activa y de reducción de la dependencia del coche cada vez más ambiciosas. 

Resultados:

  • Si los comparamos con el escenario de descarbonización que mantiene los índices actuales de vehículos en propiedad en los Estados Unidos, los escenarios que reducen la dependencia del coche –es decir, su uso y su compra– y limitan el tamaño de las baterías de VE pueden llegar a reducir la demanda de litio en entre un 16-18 %. 

  • Incluso en el caso de que la centralidad del coche en el transporte de los Estados Unidos se mantenga intacta, tan solo la opción de mantener el tamaño de las baterías de VE puede reducir la demanda de litio en un 42 %.

 

Las políticas orientadas a incrementar e incentivar el transporte público y activo, reducir el tamaño de los VE y sus baterías y obtener de manera responsable sus componentes minerales promueven una transición del transporte rápida y justa mediante la reducción de la necesidad de baterías en un futuro del transporte de cero emisiones.

 

Los beneficios de este enfoque tan ambiciosos van más allá del sector del transporte:

  • Poner en el centro la primera línea de la extracción de litio: en conversaciones sobre la descarbonización del sistema de transporte de los Estados Unidos es frecuente que se contrapongan la justicia climática, así como en el ámbito de la movilidad y los pueblos indígenas. Este informe intenta establecer un diálogo entre los muchos objetivos compartidos de estos movimientos. Examinamos cuatro casos de extracción de litio:  Argentina, Chile, Estados Unidos y Portugal. En cada uno de estos casos la extracción de litio —propuesta o en curso— tiene consecuencias preocupantes en cuanto a la intensidad de la sequía, la biodiversidad de los ecosistemas, la soberanía indígena y/o la participación de las comunidades en proyectos que amenazan sus paisajes culturales y medios de subsistencia económica. Reducir la intensidad del litio en el transporte electrificado mitigaría así la principal fuerza motriz de estas lacras.

  • Reducir las tensiones geopolíticas: La nueva demanda de litio y otros metales relacionados con la transición energética trae consigo nueva actividad minera, una industria global famosa por su destrucción medioambiental y sus preocupantes antecedentes en cuanto a abusos de los derechos humanos y el uso de violencia. A este impacto local cabe añadir las tensiones geopolíticas asociadas a los denominados «minerales críticos». Las cadenas de administraciones de litio se extienden desde América Latina hasta China y Australia, y hay nuevos planes extractivos en curso en Europa, Canadá, Estados Unidos, entre otros. El repunte masivo de la demanda está provocando ya dificultades de aprovisionamiento para la producción de VE, retrasando la penetración de VE, poniendo en cuestión su asequibilidad y avivando tensiones geopolíticas mientras las naciones compiten por el acceso a depósitos de litio. Reducir la cantidad de litio necesaria para la descarbonización permite limitar el estrangulamiento de la oferta y reducir el potencial de degradación medioambiental, injusticias y conflictos asociados con su extracción.

  • Alcanzar los objetivos climáticos: Los daños relacionados con la minería y las dificultades de suministro en ciernes son dos razones para reducir la intensidad material del transporte electrificado. Además, la investigación actual ha demostrado que la expansión del transporte público acelera la descarbonización. Aplicar de forma combinada medidas tales como la electrificación de los vehículos, un descenso del uso y la propiedad de coches y una reducción en el tamaño y el peso de los vehículos personales —con tal de aumentar su eficiencia energética— es un requisito necesario para permanecer dentro de los límites de un presupuesto de carbono sectorial consecuente con el objetivo de limitar el calentamiento global dentro de unos márgenes de entre 1,5 y 2 ºC. El ritmo de la descarbonización de los vehículos de carga ligera está determinado por el ritmo de reposición del parque automovilístico actual y su reemplazo con VE, así como la descarbonización de la red eléctrica. La producción de VE y la construcción y el mantenimiento de carreteras, autopistas y zonas de estacionamiento son procesos intensivos a nivel energético y de emisiones con altos niveles de carbono incorporado. La electrificación del sistema de transporte estadounidense aumentaría de manera masiva la demanda eléctrica en un momento en el que la transición a una red eléctrica descarbonizada todavía está en proceso, incrementando así la magnitud del problema. El transporte público y el transporte activo tienden a ser métodos radicalmente más efectivos a nivel energético para la movilidad de las personas; aumentar el porcentaje del transporte que se lleva a cabo mediante estas vías aceleraría así la descarbonización. 

  • Diseñar comunidades más seguras: Incrementar el transporte público y activo y mantener el tamaño de los turismos en parámetros pequeños permite crear comunidades más seguras. Reducir el tamaño de los turismos también deriva en carreteras mucho más seguras, ya que los coches pequeños tienen menos accidentes y de menor gravedad. Hacer de las rutas de autobuses, los metros y las bicis eléctricas opciones más rápidas, seguras y convenientes implica favorecer a las comunidades de personas racializadas y de bajos ingresos que, en comparación con sus conciudadanos blancos y con mayores ingresos, tienen más posibilidades de vivir cerca de áreas con altos niveles de tráfico y asumir así la carga de una peor salud medioambiental asociada a una mala calidad del aire.

Una mayor inversión que permita alejarnos de la dependencia de los Estados Unidos del coche beneficiaría desde la primera línea minera —qué vería en reducidos los daños sociales y medioambientales de la extracción de litio— hasta las áreas metropolitanas densificadas a lo largo y ancho del país, que experimentarían así una infinidad de beneficios, desde una mejora en la calidad del aire hasta una mayor seguridad peatonal. Y es que, en última instancia, la justicia climática y en el ámbito de la movilidad y los derechos indígenas sí pueden conciliarse. Hacerlo requiere repensar de manera ambiciosa una transición energética que ponga énfasis en los beneficios para las comunidades y ecosistemas más afectados por la crisis climática. Si queremos construir un futuro justo, el movimiento para la justicia climática debe presentarse como un frente unido en contra de la extracción motivada por el lucro. 

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